jueves, 4 de septiembre de 2008

El Lince

El lince ibérico que acompañó desde el principio del caminar al íbero, al celtíbero, al hispano y ahora en sus ultimos pasos al español , no es sino un espejo en el que reflejarnos. Un fiel reflejo de la agónica situación que viven ambos, animal y hombre.

Lo que antes fueron sus señoríos de caza hoy son trampas mortales de asfalto, los rios donde se refrescaba antaño están secos o envenenados y las tierras de reposo son el peregrinar del ruido de maquinas que escupen humo tóxico. Dicho felino, el cual con la anteposición de su nombre se honraban las más altas cualidades humanas ahora se esconde y asoma como un cadaver. Perdido en una Iberia que no conoce, que no respetan y que no distingue, nos enseña con su último aliento y su saber morir lo que le espera a su compañero milenario de camino, el español.

Podrán vivir en guetos, enjaulados y artificialmente, pero ya no serán linces. Se les ha robado el alma, como al español se le ha robado su tierra su identidad y sus costumbres. Ahora tambien el se enconde, sus parques ya no son suyos, sus fuentes son fecales y sus calles una escuela de granujas donde se le desprecia y hasta se le da caza.

Viven atrincherados en sus casas, en sus círculos y en los pocos espacios libres de infecta escoria extranjera. Complacientes ante el miedo, no levantan la voz, se esconden y hasta dejan de frecuentar lugares que como al lince siempre han pertenecido. " Como en casa no se está ningún sitio " , esa frase se escucha mucho hoy, pero la realidad es que la calle les aterroriza, les paraliza y cobardemente contienen un grito que se ahoga en sus gargantas y les va pudriendo por dentro, un alarido que lucha por salir y que reclama justicia y soberanía.

Estos cobardes e inmerecidos descendientes de la gloria absoluta que forjaron sus mayores, desaparecerán. Los hijos del mas bravo e indómito pueblo que ha conocido el mundo, los descendientes de los que resistieron mas de 200 años a la mayor y mas perfecta máquina bélica de la historia, Roma , hoy huyen como ratas a su madriguera. Lo que un imperio no pudo doblegar en 200 años hoy se arrodilla en sumisión pavórica ante un puñado de analfabetos, ante una manada de pulgosos pestilentes , ante simios de jungla e indios de cerbatana.

Esta rendición que habeis aceptado sin lucha lleva la firma de la extinción, de la esclavitud y del egoismo hacia vuestro hijos. Ellos ya no conocerán al lince, pero tampoco conocerán su patria, su orgullo y su libertad. Un pueblo que se rinde a cambio de unas pensiones, no merece haber caminado junto al lince y el lo sabe, el lince no tiene miedo y se esconde, simplemente se avergüenza de vuestra compañía.

Lince Ibérico

2 comentarios:

iskander dijo...

No todos nos arrodillamos, no todos. Algunos seguimos siendo linces. Magistral amigo, como siempre

Anónimo dijo...

Muy oportuno y acertado.